Del prestigio artificial a la inteligencia artificial: música, mercado y pensamiento crítico en la era del algoritmo
Introducción
Vivimos una era en la que la popularidad se confunde con calidad, y la repetición con verdad. La música, una de las expresiones más profundas de la sensibilidad humana, se ha visto arrastrada por una lógica de mercado que promueve artistas no por su capacidad creativa, sino por su capacidad de inserción mediática. En este contexto, la inteligencia artificial, al ser entrenada con datos que reflejan este mismo sistema, corre el riesgo de amplificar una cultura que premia el parecer por sobre el ser, desplazando el pensamiento crítico hacia automatismos algorítmicos.
1. El simulacro del prestigio: ¿por qué creemos que algo es bueno?
Pierre Bourdieu, en La distinción, argumenta que los juicios de gusto están mediados por estructuras de poder simbólico. El arte o el artista no adquieren prestigio por méritos intrínsecos, sino porque actores legitimados —críticos, académicos, medios, industrias— los validan. Así, la repetición de ciertos discursos no transforma el contenido en verdad, pero lo transforma en legitimado.
🎙️ Bad Bunny, por ejemplo, no es analizado masivamente por su complejidad musical, sino porque su presencia omnipresente obliga al análisis, generando un ciclo de prestigio por acumulación discursiva.
Esto no es nuevo. Adorno ya lo advertía en Dialéctica del Ilustración: la industria cultural convierte la música en producto, y al oyente en consumidor pasivo, incapaz de distinguir la forma del contenido.
2. La música como espejo de la lógica capitalista
El sistema musical de hoy no selecciona lo más innovador, sino lo más rentable. La calidad es secundaria frente a la métrica de streams, visualizaciones y viralización. En este contexto, artistas con propuestas radicales (como Fémina, Lido Pimienta o Chancha Vía Circuito) quedan desplazados por no responder a los algoritmos del mercado.
Esto nos recuerda a Guy Debord y su Sociedad del espectáculo, donde todo se convierte en representación. El artista ya no necesita ser profundo: necesita parecer interesante. La música pierde su función social y poética, y se convierte en mercancía simbólica de fácil digestión.
3. El riesgo de la IA: ¿quién piensa por nosotros?
La irrupción de la inteligencia artificial plantea una paradoja: se la percibe como una herramienta para expandir la inteligencia humana, pero puede convertirse en su sustituto. Al confiar ciegamente en recomendaciones automatizadas —música, noticias, libros, opiniones— tercerizamos nuestra capacidad de pensar, discernir y elegir.
Esto no es menor. Sócrates, ya en el siglo V a.C., advertía del peligro de escribir las ideas: “la escritura hará que los hombres dejen de ejercitar la memoria y confíen en palabras muertas”. Lo mismo podríamos decir hoy de los algoritmos: “la IA hará que los hombres dejen de pensar por sí mismos y confíen en modelos estadísticos”.
⚠️ No es la tecnología en sí lo que nos amenaza, sino la renuncia voluntaria al juicio crítico.
4. El futuro según los que piensan hoy (y ayer)
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Zygmunt Bauman nos habla de una “modernidad líquida”, donde todo es efímero, superficial, de consumo rápido. La cultura ya no construye comunidad ni identidad duradera.
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Byung-Chul Han denuncia la hipertransparencia, el narcisismo digital, el rendimiento como valor absoluto, y la desaparición de la contemplación.
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Yuval Noah Harari advierte que los algoritmos no solo nos conocen mejor que nosotros mismos, sino que podrían tomar decisiones por nosotros antes de que sepamos que hay una decisión que tomar.
Frente a eso, los filósofos clásicos ofrecen un contrapeso:
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Sócrates nos enseña a no aceptar nada sin antes someterlo al diálogo y la razón.
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Aristóteles defiende la contemplación como forma superior de vida.
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Kant postula el imperativo de pensar por uno mismo: “Sapere aude” — atrévete a saber.
Conclusión
En la música y en la vida, la repetición no es sinónimo de verdad, ni la popularidad de valor. La inteligencia artificial, si no va acompañada de conciencia crítica, puede amplificar los sesgos, reforzar el mercado del espectáculo, y llevarnos a una sociedad sin criterio, donde todo lo que brilla es simplemente lo que más se ve.
🧠 Recuperar el juicio crítico es un acto de resistencia.
No se trata de desconfiar de la IA, sino de no dejarle nuestra conciencia en piloto automático.
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