El espejo, el offside y la resistencia de escribir : Epílogo
No escribo para enseñar. Escribo para calmar. Para ordenar lo que me desordena, para que los pensamientos no me persigan tanto, para que las preguntas no se pudran en silencio. Siempre he sido introvertido. No por timidez, sino porque mi mundo interior siempre ha sido tan intenso que a veces no me cabe en el cuerpo. Vivo cuestionándome: lo que pienso, lo que hago, lo que soy. Y aunque muchas veces me siento fuera de lugar —como en un permanente offside de esta era moderna—, no puedo dejar de observar y pensar en cómo me gustaría que fueran las cosas: más justas, más útiles, menos superficiales. Amo la tecnología. La admiro, la entiendo. Pero lo analógico me salva. Me recuerda que soy humano: escribir a mano, caminar sin destino, conversar sin apuro. En un mundo de pantallas, esa lentitud es mi refugio. Siento que muchas de mis ideas no son masivas. Que lo que pienso lo comparten solo pequeños grupos. A veces creí que todos veían el mundo más o menos igual, pero la realidad me mostró ot...